lunes, 26 de octubre de 2009

hacia una conceptualización de eso que hacemos y que nos resistimos a llamar arte / activismo, interevciones, urbanismo, comunicación, ¿arte?

1.

este post y sus actualizaciones serán el espacio en que empezaré a construir un artículo - apuntar ideas, juntar materiales, escribir eso que en antropología llamamos memos- que quiero escribir desde hace casi dos años y nunca he priorizado. el artículo tratará de hacer una delimitación y discusión de ese campo que algunos llaman intervenciones urbanas (la forma más simple pero también más torpe de llamarlo) centrándome en el campo latinoamericano.

por lo pronto, pensando en esto me encontré con dos de los posibles bordes del poliedro que describe este campo. en Canal Street, en el corazón del Gay Village de Manchester.

los mosaicos de space invaders son parte de una práctica masiva de eso que los anslosajones llaman street art. están en todas pates y en todas formas. ya son casi como los letreros de coca cola. si alguna vez tuvieron alguna intención subversiva, ya la perdieron para ser un gesto más en el paisaje de toda ciudad que se crea [el patético discurso de ser] "post-moderna".

borrar la C del nombre de la calle me parece mucho más interesante y útil para definir límites. puede ser entendido como una agresión hacia los vecinos y visistantes del barrio gay de la ciudad, o como un ejercicio -de estética discutible- para cuestionar el vínculo entre opción sexual y una identidad gay basada en consumo urbano. es más probable que la primera haya sido la intención de los realizadores.

entonces, pegar un stiker sin ninguna relación el espacio en que es pegado -reproducción masiva de gestos visuales- y el gesto transgresor y agresivo -hiper site-specific- en que no podemos hacer nada más que imaginar un programa.

2.

en el blog de felipe mayuri encontré una nota que me ha generado una intensa incomodidad. el museo de arte de lima (mali) ha gastado 10 mil dólares en comprar para su colección 5 fotos que registran una intervencion realizada en el marco de una protesta de las madres de plaza de mayo, en 1983.

según el MALI (citado por mayuri) "la incorporación de esta selección de fotografías documentales sobre “El Siluetazo” inicia un núcleo de obras y piezas de archivo dentro de la colección del MALI que permitirá contextualizar acciones artístico-políticas realizadas en Perú durante los años noventa, estableciendo un paralelismo con eventos similares en otros países latinoamericanos”. quizá sea cierto y el MALI ya tenga en su colección cosas como la combi de la democracia o registros de toda la chamba de lalo quiróz, aunque no lo creo.

sin embargo, lo que tanto me incomoda de esto no es que el muso gaste su plata de esa manera o que seleccione esas fotos en lugar de otras (lo que es -más o menos- su derecho), sino la manera trágica en que la acción realizada en 1983 se convierte en un objeto de colección, en un fetiche que guarda relación alegórica con la acción original. la acción inicial, creativa e imbricada en el momento politico, es travestida, abusada, por los intereses de los que se llaman artistas y toda esa institucionalidad alrededor de ellos, coleccionistas y museos especialmente.

en otras prácticas artísticas, los resultados de las mismas llevan están asociadas directamente con representaciones culturales que hacen de ellos objetos distantes, distinguidos (como la pintura o la escultura). sin embargo, en el caso de las intervenciones, esta distancia respecto al mundo cotidiano (lo que benjamin llama aura en su enayo sobre arte en la epoca de reproducción mecánica) es inexistente en la práctica artística y solo es creada a posteriori. a mi me parece que la intervención es una práctica tan subersiva y atractiva justamente por que reniegan y cancelan la distancia entre actos comunicativos cotidianos y eso que algunos llaman arte. hacer esas siluetas en el marco de la manifestación es una práctica comunicativa muy inteligente, creativa y evidentemente política. el registro de eso es solo eso, una huella que deja la acción, no la acción en si misma. caer en el cuento de la metonimia es estúpido.

si el mali quería tener en su archivo la información de la acción o su registro, hubiera sido más útil mandar a alguién a fotcopiar los periodicos que dieron cuenta de ella como parte de la manifestación. en lugar de eso, han comprado unas fotos, que ha sido hechas por un artista, vendidas por una galería, colocadas en una colección de arte y quizá serán exhibidas en un museo.

si el perro se come esas fotos, qué perdemos? pues 10 mil dólares y un juego de impresiones fotográficas. no perdemos ni ganamos nada relacionado con la intervención. esta existió en 1983 y sus rastros perduran, en la memoria política del movimiento de las madres de mayo, en los periódicos del momento, etc. esas fotos en el museo de arte tienen tanta relación con la intervención realizada como una foto de un pescado disecado tiene con el pez que nada en el mar.