sábado, 21 de febrero de 2015

María Elena no está muerta / stencil. lima. cada febrero, desde 2010.


(texto preparado para acompañar el registro de la acción en el Museo Itinerante Arte por la Memoria)

 

La memoria no está en el pasado. Es el resultado de innumerables luchas por darle significado a eventos y personajes que creemos recordar. La historia que enseñan en la escuela no es nada más que una de estas memorias: la de aquellos que tienen suficiente poder para escribirla en nuestros libros de texto y hacer que los compremos.

Nos han dicho que Maria Elena Moyano era la “madre coraje”. El estado peruano la nombró heroína. La historia dice que Sendero Luminoso dinamitó su cuerpo por oponerse ellos y su hermana, una fujimorista de poca inteligencia, usa su apellido para defender a su jefe de las acusaciones por violaciones de derechos humanos.

La María Elena de nuestra memoria no es esa.  Han tratado de desaparecer su militancia feminista y de izquierda -nada más tradicional que la etiqueta misma de “madre coraje”-. Al declararla heroína se han esforzado por borrar todo aquello que resulta incómodo y transgresor; todo lo que no encaja en su versión edulcorada y sanitizada de la historia nacional. Nuestra Maria Elena es una dirigente política. Feminista y de izquierda. Radical en su apuesta por el socialismo como afirmación de la vida. Enfrentada a los poderes fácticos y al patriarcado.

Nuestra memoria está en confrontación con su historia. Ellos escriben la historia en los libros que distribuyen en las escuelas. Nosotros pintamos nuestra memoria en la calle.


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